Dame un sueño
que me tome de la mano y desanude
los equilibrios de mi alambre.
Dame un sueño que no sea
flor seca en un libro de sabios.
Quiero salir al mundo
y comerme su locura,
que me arrugue la mano y no el verso,
que levante castillos de esparto
aunque se acartonen a la primera lluvia,
que un soplido sea la boca del lobo
y yo el primer huésped de su panza,
que se me traguen los naufragios
y no haya barcos más libres que mis ojos.
Que el horizonte renace
cada vez que sales ahí fuera
con el futuro en algún lugar
que desconoces.