Me he sentado en el patio.
Tras la mudanza, los cristales rotos recomponen
el sopor de la tarde.
Llegan los primeros hálitos del otoño.
La compota dulce en la cocina.
Hay un frasco vacío para cada cosa,
todo en su lugar olvida
la sazón de la intemperie.
No hay garantías en la cosecha
ni recetas heredadas de familia.
Aquí es nuevo cada vez.
Y los contenidos han aprendido
a despistar a las etiquetas.
El regusto se sucede poema
como semillas de lo efímero
en paladares desacostumbrados
a lo casero.
Es mi alacena salón de cigarra
en el oficio danzante de hacer poesía.